jueves, 21 de septiembre de 2017

Bienvenidas Experiencias: Cuando el bebé no quiere dormir

Hoy en "Bienvenidas Experiencias" un tema muy interesante: el sueño del bebé. 

Nos comparte su historia Sara, seguro que a much@s familias puede ayudaros. 

¡Ánimo a tod@s l@s que estéis pasando por esta situación!

Muchas gracias Sara por contar tu experiencia.

Cuando el bebé no quiere dormir…

Llega la hora del alta hospitalaria, sales del hospital, con tu bebé, feliz pero sintiendo el peso del mundo bajo tu espalda… pues ese ser al que has alimentado de vida durante 9 meses, está ya bajo tus brazos y cada decisión que tomes repercutirá de una  u otra manera en él.

Mientras intentas aclimatarte física y psíquicamente a tu  nueva vida, entre cambio de pañales, lactancia, nanas, consejos varios, pareja… llega la necesidad de descanso…sin tener horas suficientes al día para, algo tan sencillo como eso, descansar… acomodarte  y abandonarte a los brazos de Morfeo por más de dos horas seguidas.

Y es precisamente de esto, de lo que quiero que trate mi post, del descanso de unos padres… especialmente cuando el bebé no quiere dormir…

Cuantas veces habrá venido a mi mente la frase tantas veces escuchada durante el embarazo “aprovecha a dormir ahora… que luego…”

Cuando tenía a mi pequeña en la tripita, sabía que habría noches duras, y que mis ya de por sí marcadas ojeras, crecerían a un ritmo estrepitante,  especialmente los primeros meses, en los que el ciclo de sueño del bebe es más breve y la alimentación es a demanda, pero lo que jamás me imagine es lo duro que sería todo ese proceso del sueño… o mejor dicho “no sueño”.

Llegamos a casa un 28 de diciembre, recuerdo los nervios del trayecto en coche hasta nuestro hogar, la entrada a casa, lo grande que le quedaba toda la ropita … y rememorando el famoso anuncio de ikea, sí, el sentirnos  un poco “y ahora donde te pongo”…

Por el día todo iba bien, aclimatándonos a un bebe precioso, con un poquito de carácter, las primeras noches, las pasamos reguleras, pero ni en nuestros peores presagios, nos imaginábamos lo que estaba por llegar… como ya anunciaba el eslogan de uno de los primeros regalos… si amigas, “las jóvenes rockeras, nunca duermen” ¡¡ y vaya si a mi niña le va el rock and roll!!

Todo empezó con los temibles cólicos, aproximadamente a los 10 días de llegar a casa, cada noche a la misma hora, nuestra pequeña empezaba a llorar sin consuelo, no había brazos que la calmaran, no había nana que tranquilizara a mi bebe, nada podíamos hacer, salvo consolarla, mecerla, intentar transmitirla paz y seguridad hasta que pasará el mal trago... y así con esos 10 días de vida y esos malditos cólicos, comenzó nuestra aventura de sobrevivir (mal) durmiendo cuatro horas diarias.

Una vez pasados los tres meses de vida y dejando atrás los cólicos, tuvimos una pequeña tregua, no puedo decir que me sentiría descansada (que papis lo sienten?) pero dormir tres horas seguidas, era tan bienvenido en nuestra vida, como los primeros rayos de sol.

Poco duró esa tregua, supongo que, como hay niños rubios y otros morenos, niños buenos comedores y otros que te las ves y las deseas para que coman una cucharada, pues también los hay que son unos lirones y otros a los que no les gusta dormir… y sí, ya estoy echa a la idea de que a mi pequeña, eso de dormir, como que no la va …

Siempre que llegaba la hora de dormir, era una angustia constante, por muy cansada que estaría, no había manera de que cogería el sueño, lloraba de puro agotamiento y cuando por fin dormía no había pasos suficientemente silenciosos… a la mínima ¡pum! Vuelta a empezar…

Os resumo a groso modo el ciclo de mi pequeña a partir de esos 3 meses y casi hasta los 20 meses, de 22.00h a 23.00h solía quedarse dormida, no sin antes batallar, llorar, patalear… en resumen, poniéndonoslo un poquito complicado a los papis,  a la 01.00 /01.30  sin faltar ningún día a su cita, se despertaba… y hasta las 04.00 no volvía a dormir, a las 6.00 hacía amago de querer levantarse, pero con suerte y un silencio absoluto, solía ser una falsa alarma y se dormía hasta las 9.00h. Durante el día apenas dormía, para los 7 meses únicamente una pequeña siesta de una hora después de comer.

Probamos e intentamos hacer mil rutinas y establecerlas durante un periodo de tiempo hasta intentar conseguir un habito … en el que ella estaría cansada del día y relajada en la noche para dormir… nuestros horarios laborales, no ayudaban mucho, pero aun así nos esforzábamos cada día por seguir la ruta establecida, los dos a una, los dos para con ella…

Algunas de esas rutinas funcionaron durante un tiempo, darla el biberón en la cama, cantarla nanas, dormir la siesta con el traqueteo del carrito.

Otras fueron en balde, acortar siestas, bañarla de día, bañarla de noche, darla masajes relajantes, intentar poner en práctica el libro “duérmete niño”

Al final, más pronto que tarde volvíamos a la rutina de dormir tres horas seguidas, estar despiertos otras tres e intentar dormir otro poco más antes de empezar con la rutina diaria.

Y así iban pasando los meses, y la carga e incomprensión psicológica se iba acrecentando.

No es sólo el no dormir, es ver a tu hija irritable, es la frustración de no saber cómo ayudarla, es sentir que pierdes tu identidad y parte de tu salud, es no dormir y tirar adelante con una casa, el trabajo, y  es querer (y a días no poder) vivir con intensidad cada momento con ella porque sabes que por mal que estés, ese tiempo, ese bebe ya no volverá a serlo jamás.

A si es la maternidad luces y sombras.

Ha día de hoy recuerdo todas las cosas que he hecho para que durmiera, y cuantos “yo nunca” me he tenido que tragar…

Sí, he salido con el carrito a altas horas para ver si así se tranquilizaba y dormía.

Sí, he ido por toda la casa con el carrito, hasta dejar marcas en el suelo.

Sí, la he tenido horas y horas en brazos, cantando y re cantando nanas, susurrándola palabras de amor.

Sí, he dormido en posturas dignas de un contorsionista porque lo importante era dormir.

Sí, he llorado de amargura al no verme capaz.

Sí, admito que he estado horas balanceando un juguetito hasta no sentir el brazo.

Sí, he vuelto a llorar lágrimas amargas al pensar que no me veo capaz de darle lo que considero el mayor regalo para ella, un hermano.

Sí, admito que mi corazón, no me deja dejarla llorar inconsolablemente hasta que se duerma por ella misma (no digo que sea la mejor opción, pero es la que yo he elegido, es la que me dicta mi corazón)

Sí, admito que he reducido mi vida social, que me muero de ganas por salir y desconectar pero que la mayoría de veces no tengo fuerzas.

Sí, admito que hago mil malabarismos para cuadrar alguna comida con la siesta de mi pequeña y no romper su rutina

Y sí, admito que a veces todo esto de no descansar, me supera, que he necesitado tomar melatonina porque mi ciclo nocturno entró en shock y no podía pegar ojo, y sí admito que me duele cuando veo caras de incredulidad, cuando les cuentas lo que estás viviendo.

No quiero extenderme mucho más, finalmente, cuando mi cuerpo ya no podía más, fui a la pediatra, le comenté la situación, Andrea tenía 18 meses y ya debería dormir más de 2/3 horas seguidas y tener un sueño de calidad.

Me iba a recetar directamente un antiestaminico cuyo efecto secundario era el sueño, me explicó que teníamos que romper esa rutina de levantarse siempre a la misma hora.

La comente, un remedio un poquito más natural, pasiflorine, me dijo que íbamos a empezar con pasiflorine y que si no funcionaba deberíamos pasar al antiestaminico.

Lo admito, soy de las que leo y releo los prospectos y lo que leí no me gustó (para que te quejas pensarán muchas) sé que si lo ha mandado el pediatra, no hay peligro, lo sé, pero me conozco…

Finalmente opte por darla blevit sueño, un preparado de varias plantas, indicado para bebés desde un mes, me dejé guiar por mi instinto.

He de decir que por ahora me funciona, la cuesta muchísimo menos coger el sueño y sí, se despierta, pero como mucho a la hora ya duerme.

Yo me siento más fuerte, estoy más descansada y noto mejoría en mi carácter ¡qué bien se ve la vida pasando de 4 a 7 horas de sueño!

Y ella, es otra, obviamente, hay noches peores, pero cuando descansa, su sonrisa ilumina todavía más.

Me he animado a escribir este post, para dar ánimos a todas las mamis que tienen niños a los que les cuesta dormir, a deciros que no estáis solas y que pese a lo que os digan hay otros niños que duermen igual de mal y otros papas pandas por el mundo, confiad en vosotros, lo estáis haciendo genial, la maternidad como todo en la vida, son etapas, y conseguiréis que las aguas vuelvan a su cauce.

También quiero compartir una frase que me he repetido durante estos 20 meses y me ayudaba en los momentos duros “todo pasará, volveréis a dormir del tirón, volveréis a sentiros descansados, y cuando todo eso vuelva mirareis atrás y añorareis esa cabecita recostada en el pecho, esas manitas diminutas, girar la cabeza y verla dormidita, incluso estos momentos amargos, tienen luz,  pedid ayuda, relajaros, intentad descansad los ratitos que os permita el día y disfrutad, intentad disfrutad porque como antes he mencionado, todo vuelve, menos que vuestro pequeño vuelva a ser un bebé”.

Sara.



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