martes, 25 de julio de 2017

Las emociones de la maternidad: la culpa

Parece que cuando te quedas embarazada lo haces también de la culpa. Maternidad y culpa son dos conceptos que van estrechamente relacionados. Es algo común en muchas madres, y como no, algo de lo que no se habla. Es un tabú.

En mi caso comenzó con un sentimiento de tristeza. Parece que después de haber tenido un bebé, un acontecimiento que se supone que es feliz, bonito, alegre ... has de tener esos mismos sentimientos. Pero ¿y cuando no es así? , ¿que pasa cuando te sientes triste, sola y culpable? .

En mi caso, ya lo conté en otro post , al salir del hospital con un bebé de tres días y ningún sentimiento encontrado con su nacimiento, llegué a casa sin haber soltado ni una lágrima de emoción. 

Pero fue entrar por la puerta, y en cuanto me quedé sola algo en mí se destapó y dio paso a un mar de lágrimas. Me desbordé, no podía dejar de llorar. En ese momento no supe qué me pasaba. Quizá lo achaqué a las hormonas que no me lo ponían fácil, o a los dolores, o al cansancio. 

Pero en seguida me di cuenta de lo que me ocurría. Me estaba sintiendo culpable. Culpable por no querer a mi bebé. Culpable por no estar contenta. Culpable por no ser feliz. Me estaba sintiendo culpable por sentirme culpable. Por no disfrutar de Delfínete. 

Descubrí, y esto fue muy duro de reconocer, que culpaba al bebé de todos los dolores y de lo mal que lo había pasado durante el parto. 

Creo que esta parte era la que mas me costaba aceptar, quizá porque era la que mas daño me hacía. 

¿Como podía sentir que ese bebé tan inocente y dependiente de mí era la causa de mis males?.

Durante los primeros días, cuando me quedaba a solas con el, cuando nadie me veía, me dejaba abrazar por la tristeza a la vez que yo abrazaba a mi bebé. Y lloraba, lloraba mucho. Y le pedía perdón bajito. Se lo decía al oído, como si así fuera a comprender lo que le estaba diciendo. 

No sabía explicar por qué me sentía así, además me costaba hablar de ello y me avergonzaba. 

Suponía que ninguna mujer después de tener a su bebé sentía lo que yo, así que me creía la peor madre del mundo. 

El día que por fín pude hablar de ello, el día que por fin lo solté, sentí un alivio tremendo. Fue como si me liberase. Se lo conté a mi hermana y a mi mejor amiga. Paseando, caminando hacia delante, avanzando. 

Ese fue un primer paso hacia la sanación. Hacia el perdón. 

Es cierto que durante la maternidad hay mucha culpa. Muchos tipos de culpa. Por miles de cosas. Todo lo que pueda pasarle al bebé parce que es por nuestra culpa. 

Es tan intenso el puerperio que las emociones se unen unas con otras. Se encadenan. La tristeza, el miedo, la culpa, la ira, el dolor ... vas de una a otra sin darte cuenta. 

Otra culpa muy común es la que viene después de un grito. Pero no el grito que se le da a un niñ@ por haber hecho algo en un momento de desesperación, aunque también. Hablo del grito que se le da a un bebé de pocos días porque no deja de llorar y no sabes qué le pasa. Hablo de esa culpabilidad. De ese desesperado y sin sentido: ¡deja ya de llorar por favor! entre llantos mezclados de bebé y mamá. Esa culpa va cargada de miedos e impotencia.

Por ponerle algo de humor al asunto, yo me sentí culpable hasta de ponerle el chupete. Es mas, me sentí culpable solo de pensar en que quería probar a ponerle un chupete para que dejara de llorar y yo poder descansar. Ese chupete que mi hijo no quiso coger, que daba arcadas cada vez que lo intentaba y que me dejó muy claro que lo que quería era estar pegadito a mi teta. 

Y luego viene la culpa de ponerse a trabajar y dejar a tu bebé. Ese sentimiento de abandono, de pensar en que le puede pasar algo y que nadie le va a cuidar mejor que tú. Suerte que con Delfinete se quedó mi hermana en casa con el y no hizo falta llevarle a la guarde tan pequeño. Gracias a que así pudimos seguir con la lactancia materna exclusiva. Suerte que mi hijo creó unos lazos muy bonitos con su tía. 

Y con el segundo hijo, apareció la culpa de no poder dividirme en dos y darle a cada uno lo que necesita.
Al pequeño por atender al mayor y al mayor por atender al pequeño.

Con el tiempo, acabé por entender y gestionar este cúmulo de culpabilidades. Bueno, la de no poder atender a los dos a la vez estoy en ello todavía, Unai va a cumplir dos meses y estoy buscando las maneras de poder darles tiempo de calidad, sobretodo a Delfinete.

Me parecía muy necesario compartir este sentimiento de culpa. Todas estamos en nuestro derecho de sentir lo que sentimos sin tener que sentirnos juzgadas ni avergonzarnos por ello. Tenemos y debemos hablar de todas estas cosas que nos pasan después de dar a luz. No estamos solas y no somos las únicas que lo vivimos.

Nos tenemos que permitir sentir culpa, tristeza,dolor ... expresarlo, de una manera o de otra. Podemos tirar de amigos, de familia, de grupos de apoyo (hablaré de ellos en otro post) tan necesarios y que se están recuperando cada día mas. Yo hice terapia durante unos meses y me vino genial.  Podemos expresarlo escribiendo, pintando, modelando ... Hay que contarlo. Y aceptarlo, que es el primer paso para poder sanarlo. Para curarlo y dejarlo ir sin olvidarlo, para poder aprender de ello.








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