miércoles, 19 de julio de 2017

Carta a mi hijo Delfin

Os dejo la carta que le escribí a mi hijo Delfinete cuando todavía era hijo único y no había pasado a ser hermano mayor.

"Hoy, 27/5/2017 a unos días de convertirte en hermano mayor (o a unas horas en el mejor de los casos) quiero agradecerte y ya de paso contarte, esta revolución que ha supuesto el que llegaras a mi vida.

Me has hecho plantearme la vida de otra manera, ver el lado bueno de las cosas, contagiándome tu alegría, mirar desde otra perspectiva, desde tu mirada: la de un niño sin prejuicios. Me has enseñado una lección muy bonita: no juzgar.

Has hecho que entrene mi paciencia hasta limites insospechados, que te mire y me siga emocionando esa espontaneidad tuya (ojalá no la pierdas nunca), me has enseñado que los días son largos pero los años cortos y que has crecido super rápido, por lo que intento disfrutar de ti en cada momento.

Pero lo mejor y lo mas bonito que me has dado ha sido la capacidad de amar, amar de verdad. Amarte a ti, a papá, a la vida, a ver a mis padres de diferente manera.
Y me has recordado que yo también tengo que quererme, cuidarme, por mi y por daros la mejor versión de mi misma.

Ser tu mamá es una de las mejores experiencias que estoy viviendo, muy intensa, llena de emociones.

Ahora comenzamos nueva etapa, ahora te recordaré todos los días que el amor no se reparte, se multiplica.

Eres mi pequeña gran revolución.

Te quiero Delfinete. Mamá. "

Espero que algún día mi hijo lea esta carta. Quizá le parezca cursi, quizá incluso le de vergüenza leerlo, o quizá estoy equivocada y le encante.

Tengo que reconocer que se me está haciendo duro esto de la bimaternidad. Al nacer Unai, tenía la sensación de que dejaba de lado a Delfinete.

A pesar de que el postparto de Unai no ha tenido nada que ver con el primero, también he llorado. Me sentía culpable por no prestar toda la atención que me demandaba el mayor, por intentar complacerle y no poder. Si se ponía a llorar y yo estaba dando la teta me sentía fatal. Sabia que lo que necesitaba de mi era un acercamiento, un abrazo y en ese justo momento, no podía dárselo. Aún ahora me sigue pasando, en realidad solo ha pasado mes y medio desde que di a luz.

También se despertó en mi un sentimiento espontáneo de identificación con el. No se si porque yo también soy hermana mayor y me tocó pasar por esto y despertó a mi niña interior dolida. Eso sería digno de estudiar en terapia ... seguro que tiene una explicación.

Las hormonas puerperales, el cansancio y las nuevas rutinas se han juntado con la maravillosa pero intensa etapa de los dos años de Delfinete. A tope con las explosiones emocionales, todo un estallido de energía, llanto desconsolado, primeros contactos con la ira, el enfado. El "no" tan necesario para formar su identidad, el divertido "¿por que?", el curioso "¿y esto como funfona?" , el constante "tiro lo que haya en el vaso" ... que intenso es convivir con un niño de dos años. Y que divertido. Es precioso ver esa mezcla de inocencia y picardía, me encantan esas pequeñas charlas en el coche, su curiosidad por absolutamente todo lo que pasa a su alrededor.  Tardar casi media hora en ir a cualquier lado por sus constantes paradas para ver a las hormigas y a los "pazateros", la recopilación de palos y piedras, las miradas al cielo con un "mira mamá, un avión uper nane" (super grande) y las escapadas rápidas y peligrosas hacia la carretera que tanto me enfadan.

A ratos me exaspera ese genio...siempre intento comprender qué estará pasando por su mente para que se comporte así e intento acompañarle en esos momentos en los que ni el mismo sabe qué le está pasando. Aquí la Disciplina Positiva me ha ayudado bastante.

A pesar de leer mucho, de contar con herramientas suficientes para resolver conflictos y gestionar "rabietas" a veces no puedo mas. No se llevar el momento, me "destapo", mi cerebro se bloquea y acabo con un grito de guerra. Pierdo la paciencia, los papeles, los nervios. Y después de esto llega el berrinche. El de Delfinete y el mío, porque más de una vez hemos acabado llorando los dos y pidiéndonos perdón.

Todavía me asombra que un niño no te guarde rencor a pesar de haberte comportado como un ogro con el.

A veces me doy cuenta de que le echo de menos. Echo de menos pasar ratos a solas con el, estar solo para el. Tener tiempo de calidad con el.

Hasta que Unai sea menos demandante y no esté todo el día enganchado a la teta, intento darle muchos besos y abrazos. También intento acostarle yo, leerle un cuento y hacerle cosquillitas en la espalda para dormirse. Es nuestro momento. Y bajarme a tirar la basura con el, jeje, esto lo descubrí esta semana y aunque son cinco minutos, es un ratito que vale oro.









5 comentarios:

  1. I N C R I B L E Andrea! Has sido, eres y serás una mamá estupenda seguro! Y Delfin el dia de mañana, se sentirá muy orgulloso de su super mami! Un besazo enorme y ánimo con esa maternidad!

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  2. Hola Andrea!!! Q bonito! Creo q me he emocionado ya en la segunda línea...jajaja

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  3. He tenido que controlar las lágrimas...precioso, gracias Andre.

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