martes, 15 de agosto de 2017

Las emociones de la maternidad: el miedo.

Que miedo da hacerse mayor.

Que miedo da hacerse mamá.

Que miedo da pensar en el parto.

Que miedo da no saber si lo vas a hacer bien o mal.

Que miedo pensar que os puede pasar algo ...

Sin miedo no hay valor.

Cuando empezamos a digerir que estábamos embarazados de nuestro primer hij@, nos entró una mezcla de emociones. Estábamos muy contentos pero también tuvimos algo de miedo.

Primer embarazo. Primer parto. Primer hij@.

Primeras horas con el bebé, primeros días en casa y primeras dosis de cuestionarse todo.

Al principio todo da miedo. Hay tipos de miedo. Yo he pasado por varios miedos desde que nació mi primer hijo.

El embarazo lo disfruté mucho, tanto del mayor como del pequeño. Me encanta estar embarazada.

Pero durante ese tiempo de gestación, viví con un miedo ligero en respuesta a la pregunta ¿irá todo bien?.    

Los primeros meses de mi embarazo estuve asintomática. Ni mareos, ni vómitos ni náuseas. Tuve suerte de como reaccionó mi cuerpo, pero me encontraba tan bien que, yo que me lo cuestiono todo, me preguntaba si sería normal.  

Nervios y miedo en la primera ecografía, cuando por fin escuchamos su latido. Alivio. Escuchar ese ritmo tan fuerte y tan rápido es la mejor de las melodías.

Luego llegaron las primeras contracciones al rededor de los siete meses. No me dolían, eran un poco molestas y me obligaban a pararme, pero en seguida se pasaban.

Que ingenua pensando que esas contracciones serían las mismas del parto y me dije, pues no son tan dolorosas como dicen.

Pero luego vino el momento de inflexión. El punto y a parte en mi vida.

El miedo paralizante del parto fue de las peores sensaciones que he tenido nunca.

Sentir que no eres capaz de nada. Sentir que no vas a poder dar a luz. Sentir que has dejado de sentir.

Sentir que estas paralizada de miedo. Sentir miedo.

Miedo por no saber que está pasando en tu cuerpo.

Miedo de creer que en cada contracción vas a morir de dolor.

Miedo de que me pasara algo durante el parto.

Miedo de que le pasara algo al bebé durante el parto.

Miedo de que todo acabase en cesárea.

Miedo de todo.

Realmente sentir que no eres dueña de tu cuerpo porque estás tan paralizada por un miedo que ha tomado tu cuerpo y tu mente es frustrante.  

Y decepcionante.            

El dolor trajo el miedo, el miedo la decepción, la decepción la culpa, la culpa la duda y la duda el miedo de nuevo.

En cuanto mi bebé salió, hubo una parte de mi cerebro que se descubrió. De verdad que fue algo que no se me olvidará nunca porque dentro de toda esa calma que supuso terminar con el parto, después de tantas horas en el límite de la consciencia, noté como se activaba esa pequeña parte en mi cabeza que se llamaba preocupación. Ese pequeño espacio que pertenece a mi hijo mayor. Que tiene el nombre de Delfinete y que empezó siendo un espacio diminuto, como el, y ha ido creciendo, a la vez que el.

Ahora ese espacio lo comparten los dos. La preocupación se ha multiplicado.

Es muy curioso. Lo recuerdo perfectamente.

Debido al cansancio, al estado de shock que me quedó después del parto y al estrés al que había estado sometida, sonaron voces en mi cabeza. Me da vergüenza reconocerlo, pocas veces lo he comentado, pero hubo un momento después de dar a luz, que rodeada de gente en el hospital, una voz  grave pero clara en mi cabeza me dijo algo muy desagradable. Todavía hoy me cuesta hablar de ello.

Llámalo alucinación, estrés post traumático, delirio.

Hace poco leí a otra madre que también la pasó algo parecido debido al cansancio. No me sorprende que después de llevar a nuestro cuerpo hasta el límite nos pasen ese tipo de cosas. Es un alivio compartirlo, a pesar de que duela y avergüence.

Como siempre digo, no estamos solas, a muchas nos pasa.

También recuerdo que en las horas siguientes al parto, en los días que siguieron en casa, estaba en un estado de alerta. Cualquier sonido o movimiento sutil lo percibía como un ruido exagerado.
Todo me molestaba hasta el punto de creer volverme loca.

Entonces, después de esto y en algunos momentos en casa sentí miedo. Miedo de mí misma. Miedo de perder la cabeza durante las noches en vela, sin dormir.

Recuerdo una noche, a los pocos días de nacer, que Delfinete dormido y soñando dio un grito. Yo estaba dormida a su lado y de un saltó lo cogí y grité histérica: ¿que te pasa?. A eso me refiero con entrar en un estado de alerta.

Poco a poco esto se iría pasando. Hasta saber que no perdería la cabeza porque mi bebé haría que la pusiera en su sitio.

Así que empecé a pensar que yo era la mejor mamá para el. Que no debía sentir miedo de mí, que debía de ser valiente por el. Y que lo mejor que podía darle era la teta y todo mi amor.

Y como yo soy muy emocional, hasta el punto un punto muy intenso, me empecé a sentir mal cada vez que alguien cogía en brazos a mi pequeño. Pensaba todo el tiempo en que se podría caer, en que lo iban a coger mal y se podría hacer daño. Miedo a que le pasara algo. Miedo a que los demás le hicieran daño.

Miedos irracionales, lo sé.

Totalmente irracionales. Pero es lo que sentía.

Supongo que te vuelves como una loba, que no deja que nadie se acerque a sus crías, pero no te queda otra puesto que hace mucho tiempo que dejamos de ser irracionales, aunque no de perder el instinto.

Supongo también que el puerperio no lo pone fácil. Es una etapa que te pone a prueba. A ti y a tu pareja. A la vida, a la casa, al entorno.

Aún hoy, cada vez que Delfinete se separa de nosotros, sigo pensando que le puede pasar algo. Y creo que esto no se cura con el tiempo aunque aprendes a vivir con ello.

De eso se trata ¿no?. Mis hijos son una parte de mí. Son una extensión de mi. Que mientras sean mis pequeños, mis crías, seré su madre loba, que los proteja y piensa en los peligros que les pueden ocurrir.

Con el segundo parto también vino el miedo al dolor. A volver a sentir dolor físico.

Miedo a que esa mastítis me doliera tanto que no pudiese seguir dando el pecho a Unai.

El miedo de la duda, el miedo de ¿lo estaré haciendo bien?.

El miedo a que enfermen. No la primera otitis, el primer catarro o las primeras fiebres. El miedo a que esos síntomas escondan una enfermedad grave.

El miedo a si hago esto seré muy autoritaria y si hago lo otro será muy permisiva.

El miedo a que el día de mañana mis hijos puedan corromperse y convertirse en malas personas en este mundo podrido. Este miedo me aterra.

Hay muchos tipos de miedos, la maternidad está acompañada por muchos de ellos.

En ocasiones la mente te jugará malas pasadas. A veces no sabrás reconocer tus sentimientos.
Otras veces los reconocerás pero no sabrás gestionarlos.

La maternidad es vivir al límite y sentir al límite.

Es descubrir un amor incondicional, un amor que a veces duele cuando ves llorar a tus hijos. Es un amor acompañado de un miedo. No caminan juntos, pero si en el mismo carril como si de una competición se tratara. Uno detrás del otro. A veces el miedo adelanta y se pone en cabeza. Pero nunca ganará la carrera mientras halla amor.

Llegará un momento en que ese miedo se disipe, aunque no desaparezca.

Correrán, volarán, crecerán. Se alejarán de mi, de mi su padre, de nosotros.

Se convertirán en adultos con sus propios miedos.

Pero si todo va bien y confiamos en la crianza que les estamos dando, aunque a veces flaqueemos, se convertirán en adultos valientes. Valientes por enfrentarse a este mundo confiando en ellos mismos.

Quiero pensar que mis hijos serán valientes y creerán en que el amor mueve el mundo. Prefiero pensar eso a pensar que sea el mundo el que les mueva a ellos.

Entonces me paro a pensar y me pregunto si después de todo esto, aparecerán otros miedos.

Miedo a la soledad, a la muerte. Miedo a que todo se acabe.

Hasta que llegue ese momento, "me doy una palmada en el pecho, por lo bien que lo hemos hecho". O mejor dicho, lo estamos haciendo. O intentando hacerlo. Y me digo que somos unos valientes por confiar en el amor, en nuestro amor y no en el miedo.

Y formar una familia. Y por crecer juntos.













                                                                                                                                                                     


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