lunes, 30 de octubre de 2017

Comunicación con niñ@s

¡Te vas a caer!, ¡no toques ahí!, ¿cuantas veces te lo tengo que repetir?, ¡Te estás portando mal!, ¡no hagas eso!, ¿por qué me vacilas?, ¡ deja de llorar como un pequeñajo!, ¡como te lo tenga que decir una vez mas te enteras...!, ¿eres tont@ o qué? ...

Os suena, ¿verdad?.

Quizá no todas, quizá cambiando las palabras, a veces en bajito y otras veces gritando, estoy segura que la mayoría de l@s que estamos leyendo ésto hemos dicho alguna vez éstas frases. Yo la primera.

Vuelve a leerlo,¿Se lo dirías a una persona adulta?. Ni de coña, ¿verdad?.

Desde hace un tiempo estoy intentando cambiar la forma en la que hablo a mis hijos. Sobre todo a Delfinete, claro, que es el que "me pone a prueba" mas veces. Lo pongo entre comillas porque en realidad no hace mas que comportarse como un niño de casi 3 años, que es lo que es. Con sus momentos de crisis, rabietas y desbordes emocionales.

Y la verdad es que se lo agradezco, porque, como digo siempre me hacen mejorar cada día, cambiar lo que no me gusta e intentar ser la mejor versión de mi misma.

Siempre me han chirriado las frases hirientes y despectivas tipo: ¡eres un llorón!, las que van con un mensaje machista: ¡deja de llorar como una niña!, las comparaciones odiosas de: ¡mira fulanito que bien se porta y tu que malo eres! o las que etiquetan: eres una egoísta por no compartir.

Tampoco creo que un/a niñ@ se porte mal para vacilarnos, manipularnos o conseguir lo que quiere mediante el chantaje. No me entra en la cabeza que un/a niñ@ tenga esas artimañas aprendidas, que vengan de serie con un archivo en su cabeza de "modos de joder a mamá y papá mediante pataletas y llantos". Es imposible. Los niñ@s de 1, 2 o 3 años no son capaces todavía de manipularnos emocionalmente. Cuando lloran y "montan el pollo", están expresando algo que le está pasando y no saben todavía decirlo con palabras.

Pero, ¿sabes qué? Que nosotros si somos capaces de manipularles mediante chantajes, amenazas, gritos y castigos. Si, si. Crudo pero cierto. Porque nosotros tenemos el poder, la autoridad.

Y ya lo de regañarles por llorar, hacerse pis encima, romper o tirar algo sin querer, perder algo ... lo odio.

¿Crees que no se sienten ya lo suficientemente mal ellos mismos por haberse mojado los pantalones, haber roto esa pelota nueva o haber perdido su tortuguita de juguete?

Ell@s ya lo saben, saben que no está bien, se sienten fatal, tristes, enfadados, no hace falta que vengamos nosotros con nuestra mirada ajena de adult@ y les digamos que eso que acaba de pasar está mal.


Por todo ésto, siempre intento entender qué es lo que les puede estar pasando por su cabecita y su corazoncito para que reaccionen de una determinada manera y comunicarme con ellos desde la tranquilidad y la empatía.


Para hablar con ell@s siempre intento ponerme a su altura, así consigo tener contacto visual y atraer su atención.

Por cierto, si pasáramos mas tiempo a su altura podríamos acercarnos un poquito a como ven ell@s el mundo, a comprender su perspectiva.

Procuro utilizar un tono de voz bajo, tranquilo, sin dar muchas órdenes (esto me trae de cabeza jeje), evitando el NO ofreciéndoles una alternativa y hablándoles de manera positiva.





Y ahora viene la parte guay, la parte de la realidad, la que estabais esperando: ¡no siempre lo consigo! 😂

A veces la que se desborda soy yo, y grito, digo una palabrota y me desespero. Pero intento que no me vean. Y a veces aprieto tanto la mandíbula que temo que un día me salte algún diente.

Cosas de la maternidad, que nos colmamos de paciencia infinita, la trabajamos día a día y la desarrollamos hasta límites insospechados. Pero somos humanas, y a veces, la cagamos. Quizá mas de lo que nos gustaría, pero es así.

Volviendo al tema, algo que me funciona mucho, sobre todo en momentos de llantos, crisis, enfados ... es ofrecerles mi regazo y darles un abrazo. En ese momento puede que lo necesitemos los dos, o solo yo ... jeje.

Nunca les niego el afecto. Me parece horrible esa frase (que la hemos oído mucho) : ¡pues ya no te quiero! diciéndosela a un niñ@.

Primero, les estamos mintiendo, no vamos a dejar de quererles, y segundo estamos utilizando el chantaje emocional.

Cuidado con esto, a veces abusamos de el.

Así que desde aquí propongo que revisemos la forma en que nos comunicamos con los peques y sobre todo, que les hablemos tal y como nos gustaría que nos hablaran a nosotr@s.

Siempre desde el cariño y el respeto.

(Aunque luego te des la vuelta y sueltes entre dientes un c###) 😂.

Ánimo con la semana de puente.









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